Las emociones son como esos comerciantes ambulantes que antiguamente recorrían las calles vociferando, ofreciendo sus productos, importunando y que oiamos desde dentro de nuestras casas. Esos cambios de ánimo aparecen de improviso en nuestros días, pero con un poco de sabiduría y control, uno debe recordar que esas voces internas desaparecerán tal como llegaron. Y la calle o nuestra mente volverán a recobrar el silencio y apacibilidadp. Cuando tengas un asomo o un estallido de emoción intempestiva, sea un poco agradable o negativa, tienes que saber que se esfumará. Cuando alguien cerca a ti, le pase lo mismo, también. Las emociones se van. Todos, más tarde o más temprano, volvemos a un estado neutral que nos permitirá vivir con templanza, cordura y juicio. Con un poco de entrenamiento, podemos aprender a que esos ruidos emocionales no nos hagan la vida imposible. En nuestras manos está volver a la paz.

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