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Mostrando las entradas de diciembre, 2016

Lunes. Un día después de Navidad. Se acabó la borrachera emocional y habría que preguntarse cuan bueno ha sido volcarse y acariciar a nuestro niño interior tantas veces arrinconado en el pasado año y cuan provechoso ha sido abrazarse a nuestras seres queridos. Ahora habrá que preguntarse qué hacemos con tantas luces, plegarias, artilugios, dulces y pasiones que hemos consumido. Le escuché decir a Chuno que depende de nosotros ahora conseguir que todo este Belén nos dure, se asiente y rinda frutos más perennes. Que todo lo experimentado y gozado sea una inversión. Que el motivo de la Navidad sea nuestro patrimonio personal y nuestro equipaje para el año que viene. Ahora próximos a ser asaltados con una marea amarilla de rituales para la buena suerte, florecimientos y buenos auspicios habrá que entrar con esperanza a un nuevo ciclo, a un nuevo episodio de nuestras vidas, a una nueva autopista que nos lleve a destinos mucho mejores. Y es que “…las cosas viejas pasaron; he aquí todo es hecho nuevo” (2 Corintios,5)

Lunes. Un día después de Navidad. Se acabó la borrachera emocional y habría que preguntarse cuan bueno ha sido volcarse y acariciar a nuestro niño interior tantas veces arrinconado en el pasado año y cuan provechoso ha sido abrazarse a nuestras seres queridos. Ahora habrá que preguntarse qué hacemos con tantas luces, plegarias, artilugios, dulces y pasiones que hemos consumido. Le escuché decir a Chuno que depende de nosotros ahora conseguir que todo este Belén nos dure, se asiente y rinda frutos más perennes. Que todo lo experimentado y gozado sea una inversión. Que el motivo de la Navidad sea nuestro patrimonio personal y nuestro equipaje para el año que viene. Ahora próximos a ser asaltados con una marea amarilla de rituales para la buena suerte, florecimientos y buenos auspicios habrá que entrar con esperanza a un nuevo ciclo, a un nuevo episodio de nuestras vidas, a una nueva autopista que nos lleve a destinos mucho mejores. Y es que “…las cosas viejas pasaron; he aquí todo es hecho nuevo” (2 Corintios,5)

Como lidio con personas tóxicas

Me encontré a Juancito caminando por la avenida Pardo. Después de saludarlo le pregunté hacia dónde se dirigía. Sin ningún tono irónico en su voz ni en su gesto, respondió: -ni idea-. Vaya forma de vivir la de Juancito. En esta época de teléfonos inteligentes que nos indican con precisión cómo llegar a nuestros destinos, él ha optado por salir a caminar sin dirección. Le hubiera podido reprochar y cuestionar su falta de deseo, ambiciones y alineaciones. Pero no, no quise hacerlo. Su explicación fue sencilla: -Todavía no sé dónde estoy como para saber a dónde quiero ir. Todavía no sé quién soy esta mañana como para saber qué quiero ser más tarde. Porque para querer ir al sur, tengo que saber primeramente que estoy en el norte o viceversa”. Para Juancito, en su presente existe un solo destino, él mismo. Y vaya a donde vaya, su seguridad reside en que a quien encontrará indefectiblemente es a sí mismo. Buen viaje Juancito.