Como lidio con personas tóxicas

No es que esté en mi fase zen, no es que esté viviendo forzadamente la época prenavideña sino que me estoy cansando de escuchar por todo lado que tenemos que evitar a las personas tóxicas. No creo eso.



No hay personas tóxicas, hay personas y nada más. Un jefe abusivo, un amigo pesimista, una madre exigente, un hermano despiadado o un vecino detestable siguen siendo personas aunque no nos gusten. Si por alguna razón empezamos a notar que sus presencias o sus comportamientos están emponzoñándonos la vida, la solución dependerá de qué actitud tomamos frente a ellas. O salimos huyendo o nos acostumbramos a sufrir con el veneno que nos escupen o aprendemos de ese contexto. Ahora algunos aprendices de gurú recomiendan que hay que extirpar abruptamente a las personas que no son como queremos que sean. Yo digo, convencido por experiencia propia que aún las personas más despiadadas y aparentemente nocivas, tienen algo bueno que ofrecernos.

Aunque nunca nadie ha venido a querer clavarme un puñal directamente en el pecho o por la espalda, conozco y reconozco de cerca a personas conflictivas, perversas, groseras e innobles. Todas ellas me han confrontado conmigo mismo para comprobar qué tantos reflejos tengo ante el peligro, cuánta tolerancia y paciencia tengo ante la adversidad, cuan seguro estoy de ser lo que soy, en qué debo mejorar para no asemejarme a ellos y sobre todo, cuánto amo al diferente y al que no me ama.

Es difícil, lo sé. Pero huir de ellos, es huir de la vida. No se puede huir de un jefe, de un amigo, de una madre, de un hermano o de un vecino porque ello implicaría morir un poco. Mejor aprender. Mejor verlos como maestros inexorables.  Total, hay venenos que dosificados correctamente, no matan sino, han llegado a salvar la humanidad de mil dolores y muchas enfermedades.

Que estén bien.


Comentarios

Entradas populares