Por siglos la Iglesia jerárquica se he empeñado en subrayar nuestra condición de pecadores y de cierta manera interesada, mantener su preponderancia sobre nuestras debilidades a base de culpas innecesarias. Ha habido un error al transmitir el corazón del evangelio. Habría que recordar que el mismo San Pablo en todas sus epístolas se refiere siempre a nosotros los bautizados como “santos”. Sí, somos santos. Lo de ser pecadores no nos define. Por el solo hecho de ser hijos de Dios y rescatados en el sacrificio de su Hijo, ya estamos encumbrados a una categoría suprema. Con esto, no cabe sentirnos poca cosa o criaturas de poca estimación; todo lo contrario: ahí está nuestra fortuna, nuestra valía, nuestro potencial y nuestra mayor felicidad. Ahí está lo que llamo autoestima cristiana. No importa lo que hayas hecho mal o tus faltas, no importa lo que te digan los demás o no importa cómo te condenen con calificativos u ofendan. Eres santo por ser un amado, un elegido y un redimido de Dios. Que tengan buen sábado.

Las Hojas de Vicho http://ift.tt/1KL2vuh

Comentarios

Entradas populares