Parir




Excelente consejo. Ya desde un tiempo atrás yo vengo siguiéndolo: Soy cada vez más renuente a contar mis dolores detalladamente por calles y plazas, cuando sé que son fugaces y sólo mi cuerpo y alma los puede sufrir. Entre otras razones porque todos están cargando sus propias cruces y también porque mis sufrimientos puedo “baldeármelos” solo, con Dios o con las personas más cercanas que justamente Dios, pone a mi lado. Prefiero esperar fiada, entregada, paciente y silenciosamente, los frutos de ese “parto”.

Enseñar al niño después del parto es mostrar lo aprendido después del proceso de abrasador horneado que transforma el barro en fina porcelana. Es compartir la lección. Es esparcir un poquito los poderíos conquistados con el dolor. 


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