Amar no es entregarse

Allá por mis años mozos, había una canción que de cuando en cuando era parte del repertorio parroquial. Decía algo así: “Amar es entregarse, olvidándose de sí, buscando lo que al otro pueda hacerle feliz…” Hoy no me atrevería a cantarla con tanta vehemencia. Claro, suena muy bonito, pero el tiempo me ha enseñado, que amar así es sencillamente devastador. Un amor que se vacía, que es incondicional a tal punto de olvidarse de uno mismo, de ninguna manera, puede ser amor. Un amor así, que se vacía y que entrega todo por completo y sin nada a cambio, lo único que produce son personas usadas, hartas, amargadas, empobrecidas.
Toda prueba de amor genuino pasa por un enriquecimiento mutuo, por una correspondencia de dones y por un espíritu ensanchado y por qué no decirlo, feliz. Recuerdo también en aquellas épocas haber tenido incontables experiencias en poblaciones de extrema pobreza y en comunidades de poquísimos recursos materiales con personas que agradecían a los sacerdotes y agentes pastorales aunque sea, con una bebida hervida y helada o una bolsa con fruta. El amor retornaba, no sé si multiplicado pero sí, muy esplendoroso y real. El amor fluía, iba y venía. Todos crecían. Y así, todos un poco más felices.
Venga a nosotros el reino. Venga a nosotros el verdadero amor, el que alimenta y sostiene a todos los implicados.

Comentarios

Entradas populares