Es muy bonito y reconfortante, para quienes somos creyentes, escuchar que te digan que están rezando por ti cuando algo difícil o malo te está pasando o te va a pasar. Se agradece, claro está. Uno se siente como si estuviera al frente de una batalla con un regimiento confiable que cuida nuestra retaguardia. Es más, uno se siente con ciertas ventajas sobre los demás. Pero, ¿qué sucede con aquellos que rezan a solas por sí mismos y por los que nadie reza? ¿Acaso Dios los abandona, acaso Dios los pone al final de sus propósitos? No, yo no creo en ese tipo de oración, como si esta fuera una subasta. Es más, yo no creería en un Dios que funcionara así, con el “quién da más”. Eso sería superstición. Creo y confío en la oración comunitaria para hermanarnos con un mismo Padre, para padecer juntos, para acompañarnos en las vicisitudes de la vida, para interesarnos el uno por el otro. No para sentirnos mejores, más santos ni más privilegiados sobre el resto de los demás creyentes. La experiencia que tengo de Dios es de alguien que no funciona como nuestras mentes comerciales y calculadoras funcionan. Es un Dios que aunque no le rece o aunque nadie le rece por mí, me acompaña en mis batallas, en todas. Es un Dios de amor incondicional.

Las Hojas de Vicho https://ift.tt/1KL2vuh

Comentarios

Entradas populares