¡ Qué monos somos!


No descendemos del mono porque la verdad es que, seguimos siendo monos. Pensantes y científicos, pero monos al fin de cuentas. Seguimos siendo primates y a nuestros primos hermanos, los chimpancés y a los orangutanes los recluimos en zoológicos para que no nos recuerden el parentesco. Me basta encender la tele o la Internet para recordármelo. Somos primitivos, un tantito más sofisticados pero al convivir entre pares estamos estrictamente guiados por el instinto más básico de conservación.

Hace apenas algunos milloncitos de años atrás bajamos de los árboles para adaptarnos a las sabanas africanas, nos hicimos bípedos y de pronto nos erguimos como los más poderosos entre las demás especies. Y ahora que somos homo sapiens, salimos a nuestras calles y nos encontramos con los más salvajes depredadores: nosotros mismos.

A diferencia de los otros primates, el pelo nos crece interminablemente en todo el cuerpo y tenemos que ir a salones de belleza para que nos rapen, modelen y depilen, No sé la verdad si eso nos está haciendo más bellos.

Aceptémolo. Ni el amor, ni la ciencia, ni la filosofía, ni la tecnología, ni la religión, ni la democracia ni el arte ni la ecología nos han hecho evolucionar. La mona aunque se vista de seda, mona se queda.

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