En varias partes de Latinoamérica, apenas uno estornuda, si hay alguien cerca, te desea primero, salud; después, dinero y al final, amor. Esto lo he escuchado toda la vida. Aparentemente es un gesto de educación pero lo que no hemos caído en la cuenta es que con esta costumbre hemos repetido e instalado un paradigma en nuestras mentes. Por un lado, nos recuerdan que esas son las tres condiciones únicas para ser feliz o que son los tres mejores deseos que alguien puede tener hacia los demás. En segundo lugar nos deslizan delicadamente cuál es más importante y qué orden de prioridades han de tener. “La salud ante todo”. Es bastante cierto. Nuestro cuerpo necesita de un cierto nivel de funcionamiento para ser felices. Nadie puede negarlo. Pero ¿qué sucede en todos esos casos que conozco de personas que adolecen de enfermedades crónicas o que han crecido a pesar de tener graves defectos congénitos? ¿Acaso jamás podrían ser felices? “Buen caballero es don dinero”. Parece ser una máxima muy afianzada. Pongámonos de acuerdo ¿da o no la felicidad el dinero?. Pues muy posiblemente nuestra respuesta dependerá de cuánto tengamos en la billetera o de cuán satisfechas están nuestras necesidades más básicas. Pero lo que es cierto, probado científicamente, es que aquellas personas que se sacaron la lotería, después de la euforia y embriaguez del golpe de suerte que dura alrededor de unos seis meses, vuelven a ese mismo punto de origen, a sus mismos niveles de insatisfacción personal. “Love is all that matters”. Se dice por todo lado, se canta, se piensa, se escribe: el amor es todo. Si es así ¿por qué lo colocamos al final de nuestros deseos? Y también, apelando a nuestras experiencias, podríamos concluir que eso de “contigo, pan y cebollas” no es muy realista ni venturoso que digamos. Si yo estornudara solo una vez y por tanto, tuvieran que desearme solo una cosa, que sea el estar siempre en relación con los demás. La Felicidad no es un estado de ánimo, ni una forma de vivir. La Felicidad es una forma de convivir. Y no hablo de relaciones amorosas porque ¡vaya uno a definir lo que es el amor! Sencillamente hablo de relaciones con otras personas (sean amigos, parejas, familiares, compañeros, correligionarios, etc.) donde los componentes sean la espontaneidad y amabilidad, intimidad y cercanía, respeto y sinceridad, generosidad y grandeza, consuelo y dulzura, correspondencia, buen humor, calidez y confianza. Con relaciones personales así, podría enfrentar cualquier otra carencia o adversidad que la vida pudiera imponerme. Los momentos más infelices de mi vida serán siempre aquellos en los que me enfrente desguarnecido y solo ante la desgracia.

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