Es nuestra manera de comunicarnos
Conmigo nunca dejará de
tener esa cualidad tan natural de desarmar todas mis bombas nucleares. Cuando otros
prepararían argumentos incendiarios para contradecirme y armar la bronca, él
calla y escucha pacientemente. Y es que no teme nada de mí. Sabe que hablo
desde el corazón y hablo para conservar el tejido fino y terso que nos abriga a
ambos. El no dudaría jamás: confía que estoy ejecutando el plan de recuperación
de esas piezas perdidas por la rutina y los cansancios de nuestros trabajos. Su
mirada se fija en mi boca -como si estuviera a punto de embestirme con un beso-
para descifrar cada palabra y medir el aire caliente que arrojo en la
conversación. Yo hablo, él calla, pero ambos estamos sumergidos en un mismo diálogo,
como una ola que estalla en un banco de arena dorada para convertir la playa en
perfecta.
–No te estoy reprochando
nada. Solo quiero que sepas que te extraño como una guitarra a su sexta cuerda-
Le dije con poesía y denuedo.
Al final, cerró con una
frase que refrendó el acuerdo: -Gracias por comentarme esto, te amo-