Amasarnos, abrazarnos.



En las despedidas, nos abrazamos por la separación física. En las grandes bienvenidas, nos abrazamos por el reencuentro. Cuando estamos muy tristes, vienen bien esos abrazos que acogen y consuelan. Cuando queremos celebrar, nos abrazamos de alegría. En la intimidad, todo empieza y termina con un abrazo. Pocos gestos humanos se relacionan mejor con el amor que los abrazos. 

Es cierto, Dios nos creó para que nos amásemos unos a otros, pero también para que nos amasemos unos contra otros.

Entradas populares